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Neuromarketing: ¿Cómo enamorar a través de los sentidos? EL OLFATO

Hoy os traigo un nuevo capítulo de la serie marketing sensorial.

¿Recordáis lo que es? ¡Os refresco la memoria!

El marketing sensorial se encarga de estimular los sentidos para que el proceso de compra de los consumidores pueda vivirse como una experiencia agradable y así acabar creando un vínculo entre marca y consumidor, conseguir recordar la marca, fortalecer la lealtad hacia ella y mejorar el posicionamiento de esta.  

De alguna manera u otra todos hemos estado expuestos en algún momento al marketing sensorial, visual, auditivo… Pero sin duda el sentido que más desarrollo está teniendo dentro del marketing sensorial: el olfato.

¡Y hoy te enseño todas las claves sobre él!

El funcionamiento del sentido del olfato es el siguiente: Las moléculas olfativas están en el ambiente. Entran en contacto con la mucosa nasal y llegan a los receptores del olfato, llamado epitelio olfativo. Las neuronas receptoras mandan información al bulbo olfatorio por medio de impulsos eléctricos. Toda esta información se envía al cerebro por medio de unos receptores ubicados en el bulbo y llegan al sistema límbico (llamado también cerebro emocional») donde se estimulan la memoria, los sentimientos y las emociones. Cuando llega el olor, se busca una relación con un recuerdo almacenado y si no se encuentra se crea uno nuevo. 

Varios estudios han demostrado que el olfato es probablemente el más sensible de los cinco sentidos, ya que consigue conducirnos a un recuerdo directo.

Según el Sense of Smell Institute en Nueva York, el ser humano es capaz de reconocer unos 10.000 olores y recuperarlos con un 65% de precisión después de un año de exposición. Este sentido es el que más se utiliza en estas técnicas de marketing sensorial, ya que podemos recordar el 35% de lo que olemos. De modo que la memoria y el olfato están directamente relacionados.

Y ahora, ¿quieres saber cómo sacar el máximo partido al marketing olfativo en tu marca? Atención a las siguientes estrategias para crear una experiencia sensorial única.

1. Aromas Identificativos: Crea un Logo Olfativo u Odotipo en función del briefing de tu marca para que tu público pueda incorporar en su mente un aroma determinado y asociarlo a ella. Estarás comunicando así los valores de tu empresa con un olor único y exclusivo. ¡Seguro que te has acordado del aroma de las tiendas Stradivarius en este mismo momento!

2. Aromas Asociativos: Utiliza aromas que, sin ser directamente identificativos de tu marca o empresa, permitan crear una asociación subjetiva con tu actividad comercial. ¿A que has estado en una juguetería en la que predominaba el olor a chuchería? ¡No es casualidad!

3. Aromas Reproductivos: Utiliza un aroma que reproduce exactamente el olor de tu producto en cuestión. Por ejemplo, crear una aromatización de evento con esencia del nuevo sabor de una marca de helados.

Un caso de éxito que generó gran impacto emocional a través de una de estas estrategias fue el de la marca Dunkin Donuts, que para potenciar la venta de café en su establecimiento decidió llevar a cabo una campaña de marketing sensorial. ¿Cómo lo hizo? Esparciendo el olor de su café en los autobuses cuando el jingle de su anuncio sonase en la radio. Además, una vez los usuarios bajaban del autobús, lo primero que se encontraban era un cartel publicitario de la marca. Una forma increíble y muy efectiva de involucrar todos los sentidos en una misma campaña.

Te dejo a continuación el vídeo completo.

En definitiva, gracias a esta exitosa campaña de marketing sensorial Dunkin Donuts consiguió incrementar la asistencia a sus establecimientos y esto repercutió en un aumento directo en las ventas en hasta un 30%.

En nuestra agencia The Smart Bubble también creamos experiencias sensoriales que generan emociones.

Hemos desarrollado, junto a Ambinature, nuestro partner, un proyecto para el restaurante barcelonés Tio Joe’s, siguiendo una estrategia de marketing olfativo. El objetivo principal de la marca era aumentar el tíquet medio de compra, potenciando la venta de un surtido de carnes a la brasa para compartir. Para ello, se creó un perfume con olor a brasa que se esparcía en el restaurante, y especialmente, en la entrada, de modo que también los transeúntes que pasaban por la puerta del restaurante recibían este impacto olfativo.

¿El resultado? El cerebro de los usuarios hacía que estos retuviesen en su memoria el olor a brasa, y por ello, acababan decantándose por elegir este plato.

Fascinante, ¿verdad? Si quieres descubrir más sobre el mundo del neuromarketing, te invito a ver mi biblioteca personal.

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