Neuroclaves para cumplir tus propósitos de año nuevo
Año nuevo, ¿propósitos nuevos?
¿Sabías que alrededor del 80% de los propósitos de año nuevo fallan?
Parece que con la llegada de un nuevo año nos sentimos mas motivados que nunca para dar ese giro inesperado que haga que nuestra vida dé un vuelco. Creemos que seremos capaces de conseguir absolutamente todo lo que nos propongamos. Pero, ¿conocéis a alguien que lo consiga?
Y es que, ¿por qué nos cuesta tanto cumplirlos? La neurociencia nos ofrece algunas respuestas muy interesantes, y además, para solucionarlo, hay estudios que indican que solo con conocer los mecanismos neuronales que inducen la fuerza de voluntad ya conseguiremos aumentarla.
¡Muy atentos a todas las claves que os proponemos en el artículo de hoy!
¿Qué partes de nuestro cerebro se activan cuando nos planteamos nuevos propósitos?
La corteza prefrontal, situada en el lóbulo frontal, es la responsable de la capacidad de anticipación, la fijación de metas y el inicio y mantenimiento de la acción. También de la toma de decisiones y la inhibición de la conducta, la planificación en base a la memoria, la capacidad de modificar nuestras estrategias o la de elaborar conceptos e ideas abstractas.
Robert Sapolsky, neurobiólogo de la Universidad de Stanford, cree que el trabajo principal de nuestra corteza prefrontal es animar al cerebro a hacer las cosas más difíciles. Pedir ensalada en lugar de sabrosa carne, ir al gimnasio cuando tus amigos están tomando unas cervezas, comenzar el proyecto que llevas aplazando desde hace muchísimo tiempo, etc.
Y es en este punto en el que entra en juego nuestra fuerza de voluntad, es decir, la que nos permite vencer los obstáculos y alcanzar nuestras metas incluso si implican un esfuerzo que no se ve recompensado de manera inmediata.
- La sensación de recompensa. Está muy arraigada en nuestro cerebro, y nos motiva a repetir acciones que nos han resultado provechosas con anterioridad. Una de las zonas principales del cerebro implicadas es el estriado, y el neurotransmisor que lo activa es la dopamina, presente en la motivación, el placer, la atención, el optimismo y la recompensa, entre otras, claves para conseguir lo que nos proponemos.
Cada vez que utilizamos la fuerza de voluntad para hacer algo contrario a las tendencias inmediatas del momento, como elegir la fruta en lugar de una tarta, se nos activará la corteza cingulada anterior, encargada de la gestión de conductas racionales como la inhibición, la anticipación de premios, la toma de decisiones, la empatía y la gestión emocional. Esta zona del cerebro tiene conexión directa con la corteza prefrontal.
¿Y qué significa todo esto?
- Cuando nos planteamos un propósito, tanto en año nuevo como cualquier otro día del calendario, estamos usando la corteza prefrontal para planificarlo y para mantener la determinación de conseguirlo.
- Tomamos la decisión con la corteza cingulada, que inhibe otras acciones que lo desbaratarían y controla las riendas de las emociones para mantenernos dentro de la racionalidad.
- Y, finalmente, anticipamos la recompensa final.
- El problema aparece cuando algo se tuerce. Ya que normalmente la recompensa esperada, que es la que a nivel cerebral nos permite mantener la atención y el interés, tarda más de lo previsto. Y la tentación de sucumbir a los placeres inmediatos se hace cada vez más fuerte.
¿Qué podemos hacer para conseguir cumplirlos?
Richard Wiseman, profesor de psicología que estudió los propósitos de Año Nuevo y su cumplimiento, descubrió que las personas tendían a ser un poco más exitosas si establecían objetivos alcanzables, los dividían en pasos factibles, les contaban a sus amigos sobre sus planes y se recompensaban a sí mismos por los éxitos. También es muy importante ser consciente de que todos cometemos errores de vez en cuando. Las personas que tienen éxito en el logro de sus propósitos tienden a aceptar este hecho.
Las personas a veces necesitamos tener una razón externa, tal vez incluso una excusa, para reinventarnos. Es difícil cambiar, por ello es tentador utilizar un factor externo, en este caso el cambio de año, como «excusa» para cumplir nuestro deseo de cambiar. Esto podría significar que no somos capaces de hacer el trabajo duro de cambiar. De hecho, que somos demasiado ambiciosos y poco realistas. Por lo tanto, como consejos a seguir:
#1 Haz una sola resolución: ya que tus posibilidades de éxito serán mayores cuando centras tu energía en cambiar solo un aspecto de tu comportamiento.
#2 No esperes hasta la víspera de Año Nuevo para pensar en tu propósito: tómate un tiempo unos días antes y reflexiona sobre lo que realmente quieres lograr.
#3 Evitar resoluciones anteriores: decidir volver a visitar una resolución pasada lo prepara para la frustración y la decepción.
#4 No caigas en los propósitos más comunes: piensa en lo que realmente quieres en tu vida.
#5 Divide tus metas por pasos: enfócate en crear metas secundarias que sean concretas, medibles y temporales.
#6 Cuéntale tus propósitos a tus amigos y familiares: aumentarás así el miedo al fracaso y obtendrás apoyo.
#7 No pierdas de vista los beneficios : crea una lista de verificación sobre cómo la vida será mejor una vez que logres tus objetivos.
#8 Date una pequeña recompensa cada vez que alcances un objetivo secundario, manteniendo así la motivación y la sensación de progreso.
#9 No desesperes si vuelves a los viejos hábitos. Trate cualquier falla como un contratiempo temporal en lugar de una razón para darse por vencido por completo.
Conseguirlo puede costarnos más o menos tiempo, pero desde aquí te animamos a intentarlo al máximo, porque cualquier esfuerzo de mejora terminará mereciendo la pena. Y no lo decimos solo nosotros, ¡te lo dicen tu cerebro y la neurociencia!
Fuentes: This is why you won’t keep your New Year’s resolution; The Conversation, Universitat de Barcelona
¿Interesante, verdad? Si queréis saber más sobre el tema y ampliar información compartimos con vosotros la entrevista de NeuroRachel en Cadena 100 junto a Víctor Parrado y Christian Gálvez.
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